domingo, 25 de octubre de 2009

Primeras impresiones


Ahora es el momento de empezar  a escribir e ir conformando este pequeño diario e informaros de cómo son aquí las cosas, pero son tantas cosas las que he vivido en dos días que no sé por dónde empezar.
La primera bocanada de aire después de salir del avión nos costó darla unos cuantos segundos, un calor agobiante y mucha humedad hicieron que temiéramos por nuestra capacidad para adaptarnos a ello, pero no ha sido así. Seguimos teniendo calor, pero se puede respirar.


Nuestros primeros contactos en Ghana, Jonh Kusí, uno de los hermanos maristas con el que vivimos, Lisette y Marjoline, dos chicas holandesas que vienen con la misma organización que nosotras pero a trabajar con los niños de la calle, Kate, una ghanesa muy tímida y Rita. A Rita la dejo de momento porque merece un especial,  se puede decir que ella y su familia son la mía aquí ahora mismo. 





Todos dormimos en Accra esa noche, y después de que Natalia nos despertara a las 5 de la mañana por no haber cambiado la hora, nos levantamos a las 7 con la música de la calle, salimos a la azotea en pijama y nos pusimos a bailar mientras todo el mundo en la calle nos saludaba. Ghana está lleno de vida, desde las 6 de la mañana todo es movimiento, la gente saca sus puestos a la calle y los niños comienzan su largo camino a la escuela. Da igual hacerlo por medio de las vías del tren, o un grupo de niños solos con apenas 5 años, el caso es hacerlo feliz y si es cantando mucho mejor, saludando a la gente que como nosotras está perpleja en una azotea o cogiendo lagartijas con la cabeza amarilla. 

Un desayuno copioso para un largo día de viaje. Once  personas (5 españolas, 2 holandesas, 2 ghanesas y 2 “brothers”), 6 horas para recorrer unos 200 kilómetros y apenas medio metro cuadrado de espacio para cada uno. El rojo de la calle, suelo sin asfaltar, rojizo, como si fuera arcilla, barro en los sitios estancados, contrasta con el verde de la selva. Si añadimos el amarillo del sol sofocante tenemos la bandera de Ghana. Una bandera que está en todas partes, pañuelos, coches, casas… éstas últimas están pintadas de colores, un 40% de rojo con el logotipo de Vodafone (todo un imperio), un buen número con los colores de la bandera y otras al azar. No sé si se pueden llamar “casas”, digamos mejor  hogares o chabolas de madera, pero oye, tienen su encanto.

En la carretera no hay ley, las pocas señales de tráfico que existen son ignoradas por la mayoría, sino todos, los conductores y los pitidos (para avisar, no increpar) y la paciencia de la gente son los que rigen la circulación. No siempre asfaltado, los botes, el calor, el polvo que entra por la ventana abierta para poder respirar… no se notan. Hay tanto que ver a nuestro alrededor… y tanta pobreza.
Dejamos a María, Cris y Natalia en su casa y su cole en Boukrom, y nos dirigimos el resto al centro de la ciudad de Kumasi, hicimos algunas compras y dejamos a las holandesas en su nueva casa y Sara y yo por fin llegamos a la nuestra. Una grande pero humilde casa donde no hay agua corriente, nos duchamos con cubos de agua y nos peleamos todas las noches con la mosquitera, pero es divertidísimo, en África no podía ser de otra manera.

Todavía no hemos conocido a nuestros niños del colegio, pero sí a unos bebés de los que se encarga la familia de Rita, niños de la calle, que no tienen apenas nada y con los que trabajaremos de vez en cuando, cada rato libre que tenga procuraré ir a verlos. 

La comida es muy monótona, apenas varían entre arroz, pollo o pescado y salsas muy picantes, y fruta y hortalizas, popó (papaya), jam, coco, naranjas de color verde… en los mercados hay mucha variedad así que iremos probando todo poco a poco.

Se puede decir que desde el día en que me desperté en Accra, supe que había despertado en mi sueño, me queda mucho por conocer, por no decir todo, pero de momento los sentimientos son de felicidad, gratitud y ghanas de trabajar con toda esta gente que no tiene nada pero parece que lo tienen todo. No se preocupan por lo que no tienen y podrían tener, solamente por conseguir lo suficiente por subsistir y ser felices.

Lo suyo es de todos, y el clan es lo primero.

1 comentario:

  1. Cris, cada párrafo, frase y letra que he leido han ido despertando en mi una gran curiosidad y una gran sonrisa en mis labios. Me alegra muchisimo saber que estás disfrutando cada segundo y que vas a cargarte de sensaciones únicas en tu vida.

    Esos niños van a aprender mucho contigo,pero lo mejor de todo... es que tú vas a aprender mucho mas con ellos ;)

    Cuidaté un montón. Mil besoteeeeeeeeees!!!

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