Conseguimos salvar un montón de pinturillas y rotuladores, plastilina, juegos… ¡limpiando uno a uno! Pero mereció la pena. Y los niños se revolucionaron, porque los profesores lo estábamos, y entraban y salían de esa clase que se hizo para ellos pero nunca habían pisado, y jugaban y buscaban, y hacíamos concursos improvisados de canciones y bailes para repartir los juguetes que en colegio no servían… y nos lo pasamos genial.
Y Bonsu se puso las botas, no le cabían más cosas en los bolsillos, porque los profesores decidieron dejarles que cogieran lo que quisieran antes de tirarlo a la basura, y la verdad es que quedó poco. Todos esperaban su turno para coger su cacho de juguete, y era tan divertido ver las utilidades que se podían sacar… suena a tópico, a lo típico que se dice en estos casos, pero con qué poco eran felices.
me habría gustado estar allí para ver las caritas de esos niños =)
ResponderEliminarcon qué poco se puede hacer feliz a alguien..
un gran abrazo cris!
paula